¿Ya recibiste algún regalo en la vida? ¿Dejaste ese regalo encerrado o lo abriste? ¿Aprendiste a usar el regalo que te dieron, o simplemente lo dejaste a un lado porque "no entendía cómo funcionaba"?
Sería un absurdo pensar que una persona, al recibir un gran regalo, lo deja a un costado por ignorancia.
Pero así somos nosotros, pobres pecadores: recibimos regalos inmensos de Dios, y no lo sabemos utilizar.
Los "siete dones" del Espíritu son aquellos regalos que, según Is 11, 2-3, serían propios del Mesías.
Al reflexionar sobre esos dones, podemos entender mejor cómo era el Sagrado Corazón de Jesús, el Cristo y Señor. Él vivió guiado por el Espíritu Santo (cfr. Mc 1, 12).
Jesús también transmitió ese Espíritu a sus amigos (cfr. Jn 20, 22) y les "dio poder" (cfr. Mt 10, 1-2). Les otorgó la fuerza para actuar y la tarea de confirmarnos en la fe.
La fuerza del Espíritu se ha transmitido a los cristianos por la imposición de manos de los Apóstoles, como lo podemos leer en el libro de los Hechos de los Apóstoles (cfr. Hech 8, 14-17). Ese ministerio se transmitió a sus sucesores y colaboradores (cfr. 1Tim 4, 14).
También nosotros, por el sacramento de la Confirmación, hemos recibido los dones del Espíritu Santo. Pero muchas veces no nos damos el tiempo para entender el regalo que hemos recibido.
Hace unas semanas, el Santo Padre Francisco nos ha brindado siete catequesis en las cuales nos ha explicado el significado de los siete dones del Espíritu Santo.
Vale la pena leerlas, para poder vivir en cooperación con esas gracias tan especiales que Dios nos ha dado por medio de su Iglesia.
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